Modern Warfare II llegaba el año pasado con una campaña que cambiaba los tercios respecto a la entrega de 2019. Desde su lanzamiento, el título de 2022 siempre se rumoreó que sería un juego de dos años, con un DLC que ampliase su contenido y posibilidades de gameplay. No obstante, el rumoreado DLC que nunca fue, se convirtió en un título propio, bajo el nombre de Modern Warfare III y a los mandos SHG, otro de los estudios en rotación de Call of Duty que recientemente ha sido responsable de Call of Duty WWII y Vanguard.
La sombra de que Modern Warfare III fuera un DLC nunca se ha ido del todo, y lo cierto es que su integración en COD HQ, y a una semana después del lanzamiento de su campaña en anteco anticipado, con el juego completo disponible hoy mismo, refuerza muchas de las sospechas de los jugadores.
Puede ser un poco injusto decir que la campaña de Modern Warfare III sea la peor de la historia de una franquicia que este año ha cumplido 20 años, pero está muy cerca de las peores. No tanto por su corta duración, que también, sino porque está claro que en algún momento de camino, pasó de ser un DLC del juego del año pasado a ser empaquetado en un título premium, como Activision ha llamado cada año a los lanzamientos de Call of Duty.
Call of Duty: Modern Warfare III
Modern Warfare III llega con una de las peores campañas de los últimos. 15 misiones que se pueden superar en apenas 3 horas y con un punto final que llega justo cuando las cosas se estaban poniendo interesantes. Una campaña que se parece más a un DLC que a un título con el nombre de una de las sub sagas más importantes de la historia de los videojuegos.
Modern Warfare III es, en sí mismo, una encrucijada de cal y arena. Por un lado, viene a ofrecer un multijugador, que sobre el papel y la experiencia de la beta, se presenta como el mejor de los últimos años. Y el tiempo dirá si uno de los mejores de la franquicia al completo. Por otro lado, y en el caso que nos ocupa, ofrece una campaña insustancial, con pocos momentos en los que brilla y que, bajo la excusa de dar más libertad al jugador, mete a calzador unas misiones a modo de mundo abierto que rompen la inmersión palomitera que se espera de un Call of Duty.
Las misiones de combate abierto empañan la experiencia
La campaña de Modern Warfare III sigue algunas de las tramas que vimos en Modern Wafare II, pero reimagina otras nuevas sacadas directamente de la franquicia original. Dejamos México, los cárteles y algunos de los personajes más carismáticos de la saga en los últimos años para volver a perseguir la sombra de Makarov, enemigo absoluto junto a Zakhaev de la trilogía de la década pasada.
En total son 15 misiones, algunas de apenas 3-4 minutos, en los que la fuerza operativa 141 va la caza de su enemigo, arrancando el juego desde el punto de vista de Koni, el grupo mercenario bajo el mando de Makarov. De Koni apenas tenemos referencias nuevas. Hay menciones en una de las misiones retrospectivas de MWII, y parte de su narrativa está diluida en las Raids y en los eventos de Warzone, pero lejos de las clásicas presentaciones de otros títulos. Makarov, por su lado, parece que se ha planteado con las prisas y sin tener un plan claro. Sus motivaciones son inexistentes más allá de ver arder el mundo, y la corta duración de la campaña no ayuda, en nada, a desarrollar su personaje.
Golpes de nostalgia a medio camino, con Verdansk como protagonista absoluto de un juego que desde luego necesita más tiempo de desarrollo, es de las pocas cosas que salvan una campaña que, si bien sigue siendo excelente en términos de calidad gráfica (salvo alguna que otra cinemática), no está a la altura de superproducción como Call of Duty.
Un final que llega demasiado pronto
Las misiones de mundo abierto, que son una de las grandes novedades de esta entrega, no son más que pequeñas misiones sacadas del cooperativo, con una estructura muy básica que incluso se pueden rushear en las dificultades más bajas sin disparar una sola bala. Lo peor de ellas no es solo lo simple de su planteamiento, es que rompen la inmersión y la narrativa.
Donde brilla la campaña de Modern Warfare III, en algunos de sus momentos, brilla y mucho. Son en las misiones de tipo clásicos, las que guían al jugador en cada detalle, con una enorme carga narrativa y momentos palomiteros. La misión del avión, sustituta en esta entrega de Nada de Ruso, la del estadio de Verdansk, o la de la nieve, por evitar caer en spoilers, son las que, de verdad, representan a Call of Duty, y son de las pocas que sustentan la campaña.
Una campaña que termina de forma abrupta en el momento más inesperado, casi sin avisar, confirmando que necesita más tiempo en el horno. Un final que, si bien incluye uno de los mejores momentos del juego con otro golpe de nostalgia, llega justo cuando las cosas empezaban a ser más Call of Duty y menos Spec-Ops. Pero que, desde luego, no es suficiente para un título del que se espera, y las primeras pruebas confirman, tiene unos de los mejores multijugador de la franquicia.