Hace unos días veíamos que más de 30 estados de Estados Unidos han demandando a Meta Platforms por su unidad de Instagram, acusándolos de alimentar una crisis de salud mental juvenil al hacer que sus plataformas de redes sociales sean adictivas y de no ponerle solución a esto a pesar de que sus problemas son conocidos.
Una investigación en profundidad que la propia empresa hizo en el pasado y que quiso mantener en secreto, aunque se filtró en los medios, corrobora algo que muchos expertos han dicho antes: la red social Instagram genera “un importante problema de salud mental a los adolescentes”. En Europa esto también le ha llevado a graves problemas.
Ahora vamos a ver informes científicos que corroboran que las redes sociales pueden tener ciertos componentes adictivos (hay algunos expertos que prefieren usar otras palabras a la de adicción).
Un efecto similar a las tragaperras
Como recoge The New York Times, David Greenfield, psicólogo y fundador del Centro de Adicción a Internet y la Tecnología de West Hartford (Connecticut), afirma que los dispositivos atraen a los usuarios con algunas tácticas poderosas. Una de ellas es el “refuerzo intermitente”, que crea la idea de que el usuario puede obtener una recompensa en cualquier momento.
Lo asemeja a una máquina tragaperras, que tiene luces y sonidos y, aunque aquí lo que se gana no es dinero (o mejor decir, perder dinero). Greenfield dice que aquí la recompensa es información y contenidos adaptados a nuestros intereses y gustos, gracias al algoritmo.
Aunque los adultos son susceptibles a caer muchas horas usando redes sociales, con los jóvenes la situación es aún más complicada: las regiones cerebrales que intervienen en la resistencia a la tentación y la recompensa no están tan desarrolladas en niños y adolescentes como en los adultos.
“Una adicción conductual”
Según Adiction Center “consultar y desplazarse por las redes sociales se ha convertido en una actividad cada vez más popular durante la última década. Aunque el uso de las redes sociales por parte de la mayoría de las personas no es problemático, hay un pequeño porcentaje de usuarios que se vuelven adictos a los sitios de redes sociales y participan en un uso excesivo o compulsivo. “Los psicólogos estiman que entre el 5 y el 10% de los estadounidenses cumplen con los criterios de adicción a las redes sociales en la actualidad”.
La adicción a las redes sociales es una adicción conductual que se caracteriza por estar demasiado preocupado por las redes sociales, impulsado por una necesidad incontrolable de iniciar sesión o utilizar las redes sociales, y dedicar tanto tiempo y esfuerzo a las redes sociales que perjudica otras áreas importantes de la vida.
El fenómeno de la adicción a las redes sociales se puede atribuir en gran medida a los entornos sociales inductores de dopamina que proporcionan los sitios de redes sociales. Las plataformas de redes sociales como Facebook, Snapchat e Instagram producen el mismo circuito neuronal causado por los juegos de azar y las drogas recreativas para que los consumidores sigan usando sus productos tanto como sea posible. Dicen desde este organismo que “el flujo constante de retuits, me gusta y acciones compartidas en estos sitios hace que el área de recompensa del cerebro desencadene el mismo tipo de reacción química que se observa con drogas como la cocaína”.
Cabe aquí aclarar que hay científicos que prefieren hablar de “compulsión” cuando hablamos de hábitos perjudiciales en el comportamiento y dejar el término adicción para hablar de un consumo de sustancias como las drogas. De todos modos, en 2013, el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, la referencia oficial para las afecciones de salud mental, introdujo la idea de la adicción a los juegos de internet, la cual se ha ido analizando.
Michael Rich, director del Laboratorio de Bienestar Digital del Hospital Infantil de Boston, por su parte, dice estar contra el uso de la palabra “adicción” en este contexto porque si se utiliza internet de modo eficaz, no solo es útil, sino también esencial.
Imagen | Foto de Maria Teneva en Unsplash
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