VENEZUELA.- Yeideberth Requena y su familia lucharon desesperadamente por su vida, incluso en las últimas horas se buscó albúmina para tratar al niño. Las redes sociales se llenaron de SOS desesperados, llamamientos para luchar contra la cruel realidad venezolana. Días antes tampoco encontraban la vancomicina y el meropenem, fundamentales para su tratamiento.
Palabras muy parecidas a las de Geraldine Labrador, la madre de Robert. O parecidos lamentos de quienes luchan por la vida de estos niños, como la ONG Prepara Familia: “¿Cuántos niños tienen que morir para que el Estado cumpla con su obligación?”.
El programa de trasplantes, que se coordinaba a través de FundaVenica, fue suspendido hace dos años tras acumular el Estado venezolano una deuda millonaria. Pero las fallas en el Hospital J. M. de los Ríos comenzaron mucho antes, al menos en 2014: déficit de inmunosupresores, escasez de reactivos y quimioterapias y problemas con las suturas mezclados con la contaminación de áreas oncológicas. Un calvario donde incluso fallaba el aire acondicionado del quirófano, la alimentación de los niños enfermos y las fórmulas lácteas. Hasta el suministro de agua desaparecía por semanas. La Fiscalía ordenó el cierre del Servicio de Hemodiálisis para investigar la muerte de cuatro niños, contaminados por una bacteria.