¿Qué tienen en común el yogur, el kéfir, el kimchi, el miso, el tempeh, el kombucha, el queso azul, el queso brie y el chucrut? Que todos son alimentos fermentados y tienen un potencial beneficioso para el organismo.
Los alimentos fermentados pueden contener probióticos, microorganismos que ayudan a mantener el equilibrio de la microbiota intestinal, aportando beneficios para la salud.
Si bien se necesitan investigaciones adicionales que respalden algunas de las afirmaciones más extendidas respecto a este tipo de comestibles, diversos estudios sugieren que los alimentos fermentados podrían ofrecer ventajas más allá del tracto gastrointestinal, dice a Listín Diario la dietista Andrea Delgado, de Mayo Clinic, en Minnesota, Estados Unidos.
Se ha observado una relación entre el consumo regular de alimentos fermentados y beneficios como una menor incidencia de asma y dermatitis atópica, una menor incidencia de depresión y ansiedad, e incluso, una reducción en la absorción del azúcar en sangre y, por tanto, en el riesgo de diabetes tipo 2 (aunque en este último caso se deben tener en cuenta otros factores de riesgo como la etnia, la edad y la historia familiar).
Otros estudios examinan los péptidos producidos durante el proceso de fermentación y cómo estos podrían reducir los niveles de colesterol, triglicéridos y presión arterial.
“Los alimentos fermentados, de acuerdo con los estudios, tienen un potencial muy beneficioso para mejorar la salud […]. Entonces, es interesante ver cómo estos estudios quizás revelen algunas respuestas más definitivas en cuanto a los beneficios”, expresa Delgado.
La dietista advierte que no se puede depender exclusivamente de los alimentos fermentados para experimentar mejoras en la salud, sino que estos deben introducirse en la dieta como parte de un estilo de vida saludable que incluya una alimentación balanceada y actividad física regular, entre otras medidas.
El yogur es, hasta el momento, el único alimento fermentado con afirmaciones de salud respaldadas por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria, no así por las autoridades sanitarias de Estados Unidos, informa Delgado. Se ha notado que, debido a su contenido de lactasa, el yogur contribuye a mejorar síntomas como diarrea, dolor estomacal y náuseas en personas con intolerancia a la lactosa.
Por otro lado, según el dietista, en el tracto gastrointestinal, los alimentos fermentados pueden contribuir a prevenir infecciones por Salmonella o E. coli.
Ingesta
Aunque se pueden preparar en casa, adquirir los alimentos fermentados en comercios garantiza mejores estándares de acidez y calidad. ¿Cómo seleccionarlos? En el caso del yogur, Delgado sugiere seleccionar uno bajo en grasa, sin azúcares artificiales y con pocos preservativos o aditivos. Para otros alimentos, recomienda adquirir aquellos que hayan pasado por un proceso de calidad establecido. Toma en cuenta que exponer estos alimentos a altas temperaturas en casa reduce su contenido de probióticos y, por ende, sus beneficios para el sistema digestivo.
Respecto a la ingesta recomendada, Delgado dice que no hay un límite establecido; sin embargo, insta a verificar su contenido de sal, especialmente al suministrarlos a pacientes con condiciones cardiovasculares. Ciertos medicamentos, como los inhibidores de la monoaminooxidasa (IMAO) y aquellos utilizados para tratar el Parkinson, pueden interactuar con los alimentos fermentados. Las personas alérgicas al ajo también deben tener precaución, ya que existen alimentos fermentados que contienen este condimento.
A fin de facilitar su introducción en la dieta de niños y personas mayores, la especialista de Mayo Clinic aconseja ofrecerlos como parte de un menú variado y combinarlos con otros comestibles para que su sabor y textura les resulten más aceptables. Para los ancianos, es necesario tener precaución con el alto contenido de sal, grasa y posibles interacciones medicamentosas.